Una nascita

E miraba, y sabía qué pasaba, era verano, y era esperable, que las mariposas dieran vueltas, que los cascarudos cayeran en vuelo rasante desde las luces de la galería, que el vino barato hiciera de las suyas, que nadie les prestara atención, pero cuando los vieron ahí, bajo la ventana, abrazándose más de lo que debían
más de lo que correspondía a una señorita como ella, tan inexperta, y un buen hombre como él, trabajador, escuchame, y con novia formal, por favor, qué barbaridad
E miraba, y sentía en la piel, en el pelo, en esa mano curiosa (con otra piel, otro sabor) que le subía por la espalda, un escalofrío repentino, un sueño disimulado, una guerra súbita, un no sé qué hago pero sigo
no puede ser que todos hagan lo que quieran
no se puede
no se debe
prohibido
nunca
degeneración

E miró la luna. Sintió la lengua, la mano en la teta, sintió frío, sintió calor, sintió el peso de una cadera hincándosele en los muslos. La baba, la mano, la ropa en el piso, en el auto, en la camioneta, en la despensa, en la cama y a los pies de ella. La espalda en el umbral y las piernas abiertas.
un par de degenerados
un mal parto
lo que no se debe

E miraba, y sabía qué pasaba, era verano, y era esperable, que las mariposas dieran vueltas, que los cascarudos cayeran en vuelo rasante desde las luces de la galería, que el vino barato hiciera de las suyas, que nadie les prestara atención, pero cuando los vieron ahí, bajo la ventana, abrazándose más de lo que debían
más de lo que correspondía a una mujer como ella, tan correcta, y a un señor mayor como él, con hija y señora, escuchame, pocas veces visto.

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