Sueños lejanos

Es como revolver, mordiendo y hurgando, la ropa vieja, y es como desesperadamente tratar de encontrar algo que ya sabemos que no está. Completar lleno de significados un espacio vacío. Hacer lo que no se debe. Reflejo de mí. Apariencia de mí. Destrozo de mí. Hablar un poco como dirigiéndose a alguien. Desear otro tanto estar ahí. Hacerle entender que el enorme vacío es sólo tuyo. Que las palabras caen a gotas, en chorros, en cascadas. Que nadie es nunca lo que parece. Que todo cambia. Y se transforma. Que muta a lo incomprensible. Y quiere. Y no puede. Y no debe. Y no escucha ni hace ni toma ni corre ni logra. Y se mantiene quieto, inmóvil y sordo. La vista fija, el oído muerto, las manos laxas, el cabello sucio, las piernas encogidas. Y el corazón revoleado. Estrujado. Diseccionado y sin vida, que se descongela a unos pasos...

¿Cómo entender? ¿Quién lo logra?

Trascendencia. Viabilidad. Permanencia. Influjo. Presencia. Parto.

Deslizá la mirada, y encontrate conmigo.
Conmigo. La débil.
Conmigo. La estúpida.
Conmigo. La suave.
Conmigo. La férrea.
Conmigo. La que soy y no cuenta.

Porque como si tuviera los oídos ciegos, no vi, no oí, ni nada. Me mantuve a la distancia. Cerré la boca. Y la implosión me hizo estallar.
Y las heridas están desgarradas.
Y en tramos perdí algunas partes de piel y carne.
Por lo que supongo nunca me voy a curar, tengo estos agujeros abiertos por donde me escapo, por donde se escapa mi ser.

Y la lapicera que te encontraste. La lámpara que me regalaron. Los lentes que me compré. La radio que me diste. El lugar que siento. El espacio particular.

¿Y si reuniera mis pedazos, mis partículas, la materia que perdí? Lo gastado, lo frotado, lo raspado, lo desintegrado, lo mojado, lo inconcluso, ¿recuperaría mi yo?, ¿mi antes, mi ser yo como era antes?.

Mi boca antes de los besos que no quise.
Mi brazo antes de los abrazos que no di. Para hacerlo reaccionar.
Mis ojos. Para mirar sin ver. Y para mirar con atención.
Mi cuerpo. Enfermo. Polucionado. Contaminado. Para hacerlo pero antes.
Mis palabras. Para decir no. Para decirlo.



Me llegó una caja

Otra vez.
A recuperar con el tacto de los objetos memorias de tiempo atrás. A sentir en cada poro, cada pelo, cada pliegue, una atado de sensaciones que creía que eran buenas. Buenas como pan, buenas como agua del cielo, buenas como senderos de montaña. Pero es triste el engaño.

En esta bolsa de basura pongo frasquitos, papeles, cajas y recortes de diarios de tiempo atrás.

La tierra se adhiere a todo, se pega, es el barro seco de una arcilla que no pudo formar hombres nuevos, pero de alguna forma, extraña para mí todavía, está dando a luz una mujer.

En esta bolsa de basura tiro pinturas, tarritos, fotografías y lapiceras secas que no volverán a escribir mis letras.

Un cuerpo nuevo, una expresión sin estrenar, una sentimiento puro que avanza y nutre, una mirada serena y combativa por igual, unas manos limpias de rencores, unas piernas dispuestas a caminar siempre hacia adelante, saltando charcos, esquivando pozos, cometiendo errores y entregándose al aprendizaje.

En esta bolsa clasifico
Lo que no quiero
Lo que no puedo ver
Lo que no quiero recordar
Lo que no sirve
Lo que no me sirve

Me queda
un montón así de libros
un portaretratos vacío
unos lápices de colores
y nada más.

Respiro hondo, y el aire purifica, y me veo desde arriba, todavía con miedo, pero con el pulso firme, con la expectativa puesta en ser el espíritu que siempre quise, que miré de lejos, con la fuerza puesta en el cuerpo, con la paz en el corazón.