Carmina amatoria

A veces cierro los ojos y me pregunto
si es verdad todo esto
las lágrimas en tus ojos
el sexo agotador
las miradas oscuras
las caricias frágiles y seductoras
la alegría de respirar
Y me vuelco hacia tu abrazo, hacia el abrazo de tu vientre cálido y blanco, hacia la mirada gris, hacia tus manos bellas
Y me pregunto si no sirve
dejarme derretir entre tus piernas,
gritar de gozo al amanecer,
disfrutar casi como en una agonía de los placeres del sexo, de la comida, del beber
para tenerte acá, ahora, habitando mi mente
suspirando en mis oídos, adormeciéndote con mi mano recorriendo tu cabeza,
Y sueño sí, pero con los ojos bien abiertos,
en decadencia de sorpresas
en multitud orgásmica de chillidos, pelos, gritos, gemidos y maldiciones
que te quiero hoy, te quiero siempre, te quiero como mi mitad andrógina
mi complemento, mi alma externa.

Je suis libre. Je t'aime.

Te piso, te piso, te piso,
te salto como a la mugre, como a la basura, como a lo inservible
Te dejo atrás.
A lo mejor… A lo mejor, exagero.
Pero te piso, te piso, te piso.
Te aplasto, te refriego, te destrozo, te aplano, te neutralizo.
Y después te salto, te esquivo, te niego, los fantasmas de mi pasado.
Las enterradoras de mi libertad.
Las juezas del averno.
A lo mejor… A lo mejor, exagero.
Pero la exageración me permite la catarsis. Y me libro.
Y por fin respiro tranquila, hondamente y sin temores.
Soy yo, para vos, para vos, para vos.
Y puedo decir amor, a mi amor,
sin sonrojarme.

Ricordati di me

Acá llueve. Y la luz tenue entra e invade mi espacio, mi pequeño lugar, el que me protege.
Suelo desear que no exista luz en el momento en que abro los ojos. Entonces escucho el sonido tenue del agua celeste besando el suelo, la tierra ardida, el polvo volátil que se apelmaza en gotones de barro y todo se ensucia y se lava. Se ensucian mis pies, hay tierra en las grietas de mis pies, lastimados de andar esta ciudad, ajados, secos.
Con qué delicadeza cae esta lluvia hoy. No se compara a las furiosas tormentas del campo, donde las nubes son negruras espesas. Esto es parecido al llanto.
Es difícil ver las gotas caer sobre un fondo de cielo claro. Abro la ventana y el perfume de la tierra tampoco me llega. Es olor a gasolina arrastrada por el cordón, hojas secas, hollín y humores de humanos bendecidos con una lengua de agua. Nada suena, no hay truenos, hay agua. A veces unas gotas gordas, rebeldes, caen con fuerza sobre los vidrios, pero son unas pocas.
Me siento desalmada, dormida, no tengo música para escribir estas palabras. Estoy sentada y sola.
En días pasados llovía diferente, con grandes aguaceros que se robaban la arena de las calles. Yo no tenía botas de goma y no me dejaban pisar los charcos descalza, siempre fui un poco débil de niña. Me conformaba entonces, y miraba a través de la puerta mosquitera como caía el agua. Y las minúsculas gotitas que se rompían en los finos alambres me salpicaban la cara, las manos. A veces era una gran tormenta, con truenos, con relámpagos, con amenaza de piedras. Y mi abuela en delantal y rodete salía a hacer una cruz de sal en el patio. Para que no caiga piedra, decía, y conjuraba la lluvia, rezaba a la virgen maría bajo el agua, y el granizo se abstenía de romper en tiras las hojas verdes de la quinta y voltear los duraznitos recién nacidos en sus árboles.

El después, siempre el después

A veces pienso, en los vinos, los licores, las bebidas que hemos compartido, las tardes (pocas) de sol y viento en la cara, las noches largas hiladas a amaneceres despabilados o de pegoteados ojos dormidos. Mi alma se estruja en vueltas, quehaceres, necesito el pienso de tu voz, como un caballo amaestrado, que nunca tira de la soga aunque ya no sabe si está atado. Necesito del agua que me das a beber en el cuenco de tu mano, del terrón de azúcar que me brindan tus dedos con timidez, necesito la paz de tu mano como la caricia en el lomo. Es cuando la vorágine de una ciudad me eleva por los aires, y me espera el despiadado golpe seco entre las piedras, es cuando me arrebatan las manos ajenas y me siento lejos de mi propio ser, es cuando dejo atrás la fortaleza que me brindan tus abrazos, es cuando el vino viejo avinagrado me corroe las entrañas y me hace explotar afuera.

Sueños lejanos

Es como revolver, mordiendo y hurgando, la ropa vieja, y es como desesperadamente tratar de encontrar algo que ya sabemos que no está. Completar lleno de significados un espacio vacío. Hacer lo que no se debe. Reflejo de mí. Apariencia de mí. Destrozo de mí. Hablar un poco como dirigiéndose a alguien. Desear otro tanto estar ahí. Hacerle entender que el enorme vacío es sólo tuyo. Que las palabras caen a gotas, en chorros, en cascadas. Que nadie es nunca lo que parece. Que todo cambia. Y se transforma. Que muta a lo incomprensible. Y quiere. Y no puede. Y no debe. Y no escucha ni hace ni toma ni corre ni logra. Y se mantiene quieto, inmóvil y sordo. La vista fija, el oído muerto, las manos laxas, el cabello sucio, las piernas encogidas. Y el corazón revoleado. Estrujado. Diseccionado y sin vida, que se descongela a unos pasos...

¿Cómo entender? ¿Quién lo logra?

Trascendencia. Viabilidad. Permanencia. Influjo. Presencia. Parto.

Deslizá la mirada, y encontrate conmigo.
Conmigo. La débil.
Conmigo. La estúpida.
Conmigo. La suave.
Conmigo. La férrea.
Conmigo. La que soy y no cuenta.

Porque como si tuviera los oídos ciegos, no vi, no oí, ni nada. Me mantuve a la distancia. Cerré la boca. Y la implosión me hizo estallar.
Y las heridas están desgarradas.
Y en tramos perdí algunas partes de piel y carne.
Por lo que supongo nunca me voy a curar, tengo estos agujeros abiertos por donde me escapo, por donde se escapa mi ser.

Y la lapicera que te encontraste. La lámpara que me regalaron. Los lentes que me compré. La radio que me diste. El lugar que siento. El espacio particular.

¿Y si reuniera mis pedazos, mis partículas, la materia que perdí? Lo gastado, lo frotado, lo raspado, lo desintegrado, lo mojado, lo inconcluso, ¿recuperaría mi yo?, ¿mi antes, mi ser yo como era antes?.

Mi boca antes de los besos que no quise.
Mi brazo antes de los abrazos que no di. Para hacerlo reaccionar.
Mis ojos. Para mirar sin ver. Y para mirar con atención.
Mi cuerpo. Enfermo. Polucionado. Contaminado. Para hacerlo pero antes.
Mis palabras. Para decir no. Para decirlo.