A.G.

Tener despierta una fantasía, como olvidar la moral en el instante adecuado, dejar de pensar en el pasado y ponerle vistas a la imaginación, que me hace recordar tu cuerpo.
Descubrir el instante en el que te hacés infalible,
precisa, iluminada, imperturbable.
Presenciar el momento en el que te volvés clara y pura,
recuperar el aliento en la sombra de tus párpados.
Quién fuera el creador de tu existencia.
Quién poseyera el secreto de tus armas.
Quién removiera en ti pensamientos tristes...
Pero presumo que te encontrás lejos de toda desgracia,
que la corrupción de un sentimiento desvaído
siquiera moja el orillo de tu vestido.
Que la tristeza no corroe tu espíritu como al mío,
como arena seca que desparrama el viento.
Casi te creo inmortal.
O destinataria de mis anhelos.

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