Tengo la tentación de hundirme lentamente en un pozo de agua, de paredes resbalosas y helechos colgantes. De gotas que caen sobre la superficie y hacen eco de caída, de golpe, y es lo único que se escucha. Es la sensación de estar bajo el agua sin necesidad de levantar la vista para descubrir que el cielo está ahí, sin hacerle caso a nadie. Está ahí arriba y nadie ni nada puede cambiar su ubicación, es lo único seguro que tenemos, lo único imperecedero. En la tierra existen movimientos, terremotos que en cuestión de segundos cambian todo un país, vuelven inútiles a los manuales de geografía, convierten todo en nuevo. El cielo es imperecedero, nada cambia en él. Sólo se cubre de nubes inofensivas, sólo descarga sobre nosotros su ira de granizo, su suavidad de lluvia que vuelve a los campos fértiles, sin dudarlo. La lluvia cae desde alturas insospechadas, pero culmina en un punto, y nada ha sucedido, todo sigue igual. Yo acá en mi silla, vos allá en tu lugar. Yo sufriendo un terrible día de calor en noviembre, debatiéndome entre lo que quiero hacer y lo que no debo. En realidad hundiría mi cabeza en un pozo de agua, en un balde, por estar más a mano. Necesito la frescura del silencio bajo el agua, la tranquilidad de dejar de pensar mientras escribo y de poner mis dedos a funcionar en esto.
Nada puede compararse a estar pasando minutos de mi vida con vos. Todo se complementa. Tu tristeza con mi seguridad para pensar en las cosas en que no quiero pensar. Deberías mirar lo que estoy mirando. Sólo pienso en el pobre momento de encontrarte. Simplemente estoy tentada de encontrarle sentido a mi vida, de hallar por fin una razón que me permita decirle a los demás, mírenme, acá estoy, esto soy. No hay más, no hay vueltas, no hay engaños, hay diversión en mi mirada. Hay deseo, hay tranquilidad, hay muchas noches pasadas sin dormir, hay molestias, enfermedades, hay penas, hay tristezas, pero no hay mucho más, soy esto, lo que ven aquí, plantada frente a ustedes. No sé si alguna vez podré superar lo que sigue, lo que me recomiendan hacer, lo que no quiero pero debo completar con dosis de mi vida. Nada de eso es posible si uno no se encuentra demasiado motivado, ilusionado, afectado por todo.
Hubo una vez, un tiempo, cuando corría y corría sin que nada pudiese perturbarme. ¿Qué pasa en la mente de alguien cuando es arrancada de su mundo imperturbable sin demasiadas opciones que ofrecer? Con todo eso qué se hace, cuando vienen y te ponen un paquete en las manos y te dicen, tomá, arreglátelas, nada de esto es mío, dice uno, pero sí, cómo no, te dicen y no hay nada por hacer.
LUZ VERDE PARA LAS OREJAS
-
La parte del cuerpo que más se destaca en la moda… LA OREJA, que no pasa
desapercibida. Cargada y llena de aretes, Si así se lucen los laterales de
la ca...
Hace 5 años.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario