Cómo hago para decirte, que me quedé quietita quieta quieta, a la espera, agazapada, dormida pero no, despierta pero no, mirando, espiando, viendo qué pasaba, que tuve las palabras en la lengua, en la garganta en la piel en las manos me chorrearon por los labios se me cayeron de la boca me quemaron el cuero las palabras las palabras se me hicieron un bocado grande que me ahogaba las mastiqué, sí, las deglutí, sí, las hundí para siempre nunca debían ver la luz. Y caminé zombi, caminé enferma, caminé a la espera, en el tumulto y en la soledad, frente a un ventanal y reflejándome en un espejo, y quise, lloré, y las lágrimas nunca fueron mías, rodaban de otra mejilla. Cómo hago para decirte ahora, que ésa era yo, la que una vez renunció, y perdió el rumbo, la que se hundió y parecía temer, que ésa era yo, que a veces llego, un poco fuera de mí, pero enseguida vuelvo al ruedo, al ruedo, al ruedo, al ruedo, al ruedo, al ruedo, con la sangre brotándome del cuerpo.
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