Bueno, lo que estaba primero ahora pasa a un segundo orden. A formar fila, a acomodarse. Orden de prioridad, no, sólo orden. Uno detrás del otro, para que todo siga una línea, así se hacen las cosas, nada de mezclas ni de errores. Te pusiste junto a mí y me palmeaste un hombro. ¿Qué maravilla no? Todos ordenaditos, hasta parecen una sola cosa. Orgulloso de tu poder de organización. Son los otros los que se acomodan a tus designios, vos nada, quise gritarte. Alrededor el sol empezaba a salir, tu cara de satisfacción se ocultó en sombras, ahora te tocaba hacerte cargo, bajo la luz ya nada era fácil, pensaste. Caminábamos en círculos sobre grandes cuadrados de cemento, en las juntas los yuyos habían crecidos como pelos indeseables. Algunos tenían espigas, otros, finas hojas casi transparentes. De cuando en cuando eran pisados por indolentes zapatos que marchaban sin cesar. El hangar estaba a nuestra espalda, ahora a la izquierda, ahora de frente, ahora a la derecha, ahora a nuestra espalda...Un caminito de hormigas se obstinó en seguir cruzando por el medio, aunque unas cientas murieran mientras tanto. Se parecían bastante a nosotros. En varias vueltas las observé, no llevaban nada, sólo iban. Luego fijé mi atención en otras cosas. Caminaba con las manos a los lados, balanceándose al compás de mis pasos, luego las llevé a la espalda, tomando el puño de mi derecha con la izquierda.. No había árboles, sólo cemento y pasto. No había animales, ni una paloma, ni un gato, ni un perro sarnoso que hubieran abandonado, sólo nosotros. El orden no lo permitía. Vivíamos en el hangar. Pero no había, ni nunca hubo avión. Volviste a pararte junto a mí y me palmeaste la espalda. ¿Hermoso no?. Todo en orden, dijiste alargando las vocales. ¿Qué te parece? Preguntaste sin esperar respuesta y yo sin pensar en contestar. Hace un tiempo atrás éramos conscientes de todo, sabíamos todo, pero fuimos olvidando. Era mejor. Aunque estoy seguro que muchos de nosotros pensábamos igual, pero no podíamos hablar. Intentamos un código de señas, pero no nos pusimos de acuerdo en qué queríamos decir. Quizás queríamos decir todos lo mismo, y no pudimos. Entonces nos callamos.
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