Mi nombre espiritual, Nirbhao Kaur

Esto responde a una búsqueda extraña, y un poco, alimenta el ego. De todas formas, "se non è vero, è ben trovato" y me la creo porque quiero, nada más.


Spiritual Name for: Cecilia Elena Rausch


Sat Nam, dear sister in divine.

Your request for a spiritual name has been gratefully received.

You have been blessed to live as Nirbhao Kaur, which means the Princess/Lioness of God who is fearless.

Nirbhao means fearless. Kaur means the Princess/Lioness of God who walks with grace and power through her life. Kaur is a name that all women receive. Yogi Bhajan taught that every woman has the potential to attain a true state of grace and power, and he encouraged each woman to manifest that potential.

The name Nirbhao Kaur, reminds that you have the potential to live without fear. As Yogi Bhajan said, it isn't the life that counts; it is the courage that you bring to it. Keep reminding yourself of it and a new consciousness will emerge.

The power of a Spiritual Name is that the more you speak and hear your name, the more it permeates into your being…and the more you will experience its Nadh (inner sound current), bringing you into harmony with your destiny.

Look deeply into yourself with the intention of discovering your true self and becoming one with the One. Become a radiant light that is a guide for everyone.

May God bless you and guide you, now and forever. In the Name of the Cosmos which prevails through everyBODY, and the Holy Nam which holds the world.

Many blessings,

Nirinjan Kaur
Chief of Staff

Hoy, después de leer tus palabras

Hola.

Me presento. Soy yo otra vez. Estoy de vuelta.

Estoy de regreso frente a las palabras que me volaron en torno a la cabeza durante meses, estoy otra vez pisando la tierra firme de mi hogar y sintiéndome lejos de las moles grisáceas y nevadas de los Andes tan cercanos por un tiempo.

Estoy de vuelta.

El espacio y el tiempo aún no llegaron conmigo.
¿Puedo dejar, señor, a un “otro yo” caminando las veredas angostas, libando las flores de sus plazas, degustando los platos picantes de los puestos callejeros, riendo y llorando, fortaleciendo el pie, alargando las manos?

¿Puedo dejar una copia ínfima de mí? ¿Una mujer, señor, que se levante a escuchar el trajín de los dormitorios contiguos, que suba y baje escaleras, que duerma sueños dulces en camastros polvorientos, que arda de calor bajo el fuego del sol andino, que congele su nariz con el viento de Potosí, que se moje los pies?

¿Podré dejar, señor, si me lo permite, una mujer que tenga los ojos prestos a la lágrima, que se emocione con ciertas miradas, que vaya al mercado y aspire el perfume batido, mezclado, sufriente, de las papas, las piñas, los plátanos, del locoto quemante, que llene sus oídos del grito de la venta, del acoso del pasillo apenas iluminado, del estallar de colores en arrobas, en libras?

¿Puedo, de a poquito, sentir por ella, sufrir con ella, soñar con ella, como antes, que la historia no se acaba, que la tierra me pone suelo delante de mis pies, por cada paso, por cada beso, por cada estrecharse las manos, por cada gesto de sorpresa, de amor, de éxtasis, de pena?

¿Me dejan soñar, como el agua que corre, que de alguna forma estuve destinada, que nada pasa sin razones, que todo pasa por nosotros, por mí, por creer en un mundo diferente, y sacarme entonces, con cada honda respiración, la sensación de haber truncado un parto, de haber cortado ríos, de haber querido detener con un dedo una avalancha?

Soy yo, ahora sí soy yo, sintiéndome plena de a poco, restaurando sueños muertos, reflotando barriletes después de la lluvia, sembrando, cerca y con paso firme, aún delicadamente unida, finamente tejida, a un aguayo que amontona en ordenado caos, lagos transparentes y azules, selvas peruanas, caminos de piedras y agua, despertares felices, perfumes inagotables, amarrado con una fuente de alegría, un cordón de seda, que me lleva cruzando montañas, planicies y escarpados cerros, a un oasis fecundo de felicidad pura.

Ayer

Tiempo pequeño, de mínimos pasos, de hombros relajados, de rodillas ágiles. Corríamos el campo viendo sólo el sol, sólo el agua, sólo el pan. Jugábamos a tenernos entre los brazos, a desconfiar de la oscuridad, a presenciar el viento.
Caricias eternas destinadas a erizar la piel, solía preguntarte con mis manos frías si sentías temblores, los “síntomas” los llamábamos, evidencias del amor.
No sé, si será el aire, la tranquilidad, la melodía, la pena, el baile, el pan, las manos, las espaldas, las fotografías, lo que hace que de a ratos intente estirar mucho los brazos, sin flexionar los dedos, y abrazar, apretando contar mi pecho, las imágenes como en cuadros. Son unos pocos rostros, unas pocas palabras, unas secuencias cortas. Tengo recuerdos estúpidos y vergonzantes, y otros que me frenan un ataque de risa al momento.
Recuerdo de viento y pies helados, de campo a la noche.
De verte abriendo la ventanilla para que se desempañen los vidrios.
De sentirme avergonzada, triste, llorosa, quebrada y desubicada en una noche de julio.
De dormir, dormir, dormir, y soñar que no es cierto.
De dibujar corazones, colores y besos, en una carta que no quise mandar, no quise que llegara, no quise que leyeras.
La luz de la mañana en la puerta y la incredulidad de todos.
Un abrazo sin sentido que me despertó en una casa extraña.
Cuando me duelen los músculos, me doy cuenta, que para mi abrazo todo esto es inabarcable, y quisiera guardarlo en una caja, cerrarlo con una cinta, subirlo al estante más alto, al que no llego nunca, para no tirar y para no ver.

Reencuentro

Creciendo, de a poco, me aparto de tus manos, te miro dormir,
con la espalda fría, una tenue luz va contagiando a los muebles para que sacudan el brillo, me enredo entre tus piernas, respiro tu aliento
calculo los momentos que dejaron esas huellas en tus frente, caminos de tu vida, pienso en mis líneas, yo solamente
tengo marcadas
líneas de expresión
en las comisuras, donde las sonrisas
se me apretaron
en pocos años
pocos años

No te pierdas

No te pierdas, no al menos para mí y para tus hilos de sangre en el mundo, no te pierdas, encontrá tu cauce, sin más grietas, no te pierdas. A la distancia mi corazón te sigue en este reto de la vida, en las pruebas que te puso el amor.
¿Sabés? Te sigo hermana, te sigo desde siempre, desde mis primeros días. Sería capaz de recordar cada caricia que me diste desde que irrumpí en tu vida hasta cada palabra de consuelo que me brindaste estando yo tan lejos.
Tengo en cada mano un gesto tuyo, una mirada, una risa, un momento compartido. Albergo en mi pecho tu figura, como un momento de paz al que recurro cuando no me encuentro y cuando nada es fácil. Sé que no puedo, ni aproximarme, a todo lo que viviste, a la garra que le ponés a los desafíos, al coraje de enfrentarte a todo y salir adelante. Te pido que pienses en el siguiente paso como un reto más, como un puente casi derruido que tenés que atravesar para llegar a tierra firme.
Pensá en mí, que te espero con la mano extendida del otro lado.